Está en la recta final de su mandato, pero Mario Draghi no tiene la más mínima intención de convertirse en un pato cojo. El presidente del Banco Central Europeo (BCE) ha lanzado este jueves un mensaje clarísimo: por ahora sigue inmóvil, pero se saca de la manga un potente cóctel de medidas listo ya para septiembre. Entre estas, rebajas de tipos, retomar el programa de compra de activos o incluso la posibilidad de reformular el objetivo de inflación que se empeña en incumplir. En resumen: más estímulos monetarios durante mucho más tiempo para chutar una economía renqueante. Draghi repitió hasta cuatro veces la frase que resume su estado de ánimo actual. “No nos gusta lo que vemos”. Y por ello está decidido a actuar.

El panorama que ha pintado Mario Draghi, cuyo mandato al frente del BCE termina el 31 de octubre, es bastante sombrío. El italiano, al que aún le quedan tres meses al frente de la política monetaria europea, reconoció que ya no confía en la recuperación que antes esperaba para el segundo semestre del año. “Las perspectivas son peores y peores”, dijo en la rueda de prensa que se celebró tras el consejo de Gobierno del BCE en Fráncfort. Se refería sobre todo al mal dato de las manufacturas, que arrastra el crecimiento de los países como Alemania donde este sector es más importante. Pero que también contagia al resto de la eurozona de unos datos decepcionantes. La inflación, en el 1,4% el pasado mes de junio, continúa lejos del objetivo. Y no parece que vaya a acercarse en el corto plazo.

Hace tiempo que a Draghi le preocupan los débiles datos de crecimiento e inflación que arroja la zona euro. El presidente del BCE ha avisado en sus últimas intervenciones de que los riesgos para la economía crecen poco a poco, ligados a las tensiones geopolíticas, las amenazas proteccionistas y los problemas de los países emergentes. Si el año pasado el problema era cómo ir volviendo poco a poco a la ortodoxia monetaria, ahora es lo contrario: cómo ir incrementando las políticas extraordinarias que rescataron a la unión monetaria de la crisis y que ahora deben volver a usarse.

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Mensaje pesimista

Draghi ha elevado el tono. “La prolongación de las incertidumbres es en sí misma una materialización de los riesgos”, dijo. Poco después insistió en su descontento con la situación actual: “No nos gusta lo que vemos en el frente de la inflación”. Y dejó claro que en el índice que mide la subida de los precios no existe un máximo del 2% por debajo del cual se sienten cómodos: tan malo es que el objetivo se desvíe por arriba como por abajo —que es lo que ocurre ahora—.

Muchos analistas vieron en la reunión un cambio de tendencia en el BCE. “El debilitamiento económico en la zona euro no le deja otra opción que impulsar una política monetaria aún más expansiva. El BCE dará a conocer en septiembre un paquete completo de medidas”, asegura Marcel Fratzscher, presidente del think-tank alemán DIW. Este economista pronostica que Draghi reducirá la facilidad de depósito ya en septiembre y que dejará un nuevo programa de compra de deuda para los meses siguientes.

A Draghi le bastó con añadir una breve coletilla, tan solo dos palabras, a la parte inicial de su discurso. Pero ese mínimo cambio tiene el potencial para sacudir la economía de la eurozona. Hasta ahora, el BCE sostenía que los tipos de interés continuarían en “los niveles actuales” al menos hasta el primer semestre de 2020. Pero en su comunicado de ayer, el Consejo de Gobierno del organismo añadió que los tipos seguirán en sus niveles actuales “o inferiores” hasta el próximo año. Un cambio que abre la puerta a una rebaja en los intereses que podría producirse tan pronto como el próximo 12 de septiembre.

Los tipos de referencia se mantienen intactos por ahora. El precio oficial del dinero lleva en el 0% desde 2016, y ahí parece que va a continuar. Pero la facilidad de depósito, lo que el BCE cobra a los bancos por tener su dinero guardado e inactivo, lleva cinco años en terreno negativo. Desde 2013 está en el -0,4%. Y los analistas creen que en su reunión de septiembre, Draghi podría bajarlo al -0,5%. Esta medida promete llenar de descontento al sector financiero. El objetivo de cobrar más es que las entidades faciliten que el dinero circule, y que no se quede guardado al cuidado del BCE.

Retomar la compra de bonos

La reunión veraniega del BCE deja más mensajes al mercado. El eurobanco quiere que se examinen todas las opciones. Entre las que menciona el comunicado, también está la idea de retomar el programa de compra de deuda que acabó el año pasado y que supuso la inyección de 2,6 billones de euros en la economía de la zona euro.

Teóricamente, nada cambia por ahora. Pero Draghi deja claro que sí va a actuar antes de marcharse. La política monetaria laxa va a continuar “por un periodo prolongado de tiempo”. Dijo además que en la reunión se trató la idea de reformular el objetivo de inflación, que ahora es el de que esté “por debajo pero cerca del 2%”, algo que ha sido machaconamente incumplido. No parece haber consenso aún en un cambio que implicaría admitir en el futuro mayores tasas de inflación, como compensación a esta época en la que ha estado tan baja. Pero el debate seguro que va a volver. Es sintomático que en el comunicado que se emite tras la reunión ya no aparecía la fórmula que Draghi ahora quiere cambiar.

Jornada convulsa en Bolsa

Los mercados han vivido una jornada extraña y han acabado registrando pérdidas. Tras una mañana de poca actividad, comenzaron a subir al son de los mensajes del banco central. Poco después del comunicado oficial del BCE, donde ya se daban señales de posibles nuevos estímulos, el conglomerado Eurostoxx subía casi el 1%. El Ibex, el selectivo español de referencia, escaló de golpe hasta el 1,2%. Sin embargo, tras la rueda de prensa de Draghi, todo se torció. Ante los mensajes pesimistas sobre la marcha de la economía, los selectivos se dieron la vuelta. El Ibex perdió más del 0,4%, el Eurostoxx el 0,5%. Fráncfort, Londres, París, Ámsterdam… Todos terminaron la jornada en rojo.

Fuente: El País