La economía española sigue aguantando en medio de la ralentización europea. Sin embargo, también acusa la incertidumbre global y crece cada vez a menor ritmo. Según la estimación adelantada del INE publicada este miércoles, entre abril y junio el Producto Interior Bruto creció un 0,5% trimestral y un 2,3% interanual. Se trata de una clara desaceleración respecto al 0,7% y el 2,4% registrados entre enero y marzo, cuando sorprendió la robustez de los datos nacionales frente a los de la zona euro.
Según se dio a conocer el martes, la economía francesa solo avanzó un 0,2%. Y este miércoles se han comunicado las cifras de crecimiento de la eurozona, que también se sitúan en un 0,2%. Es decir, la actividad en España todavía aumenta más del doble que en la zona euro. No obstante, si se tienen en cuenta todas las décimas, el crecimiento interanual de la economía española se coloca en el 2,25%, el menor desde el cuarto trimestre de 2014.
En cualquier caso, este frenazo ya se preveía. Los datos españoles vienen precedidos de unas estadísticas trimestrales que perdieron bastante fuelle y que anuncian una ralentización: por un lado, cede empuje el consumo minorista. Por otro, según la Encuesta de Población Activa, el empleo también se debilita: una vez restados los efectos propios de la estación del año, únicamente creció un 0,4% entre abril y junio frente al 0,7% anotado en el trimestre anterior. Es más, según apunta el economista José Carlos Díez, ya se está creando casi la mitad de empleo que hace un año. Si en 2018 se ganaron 152.000 ocupados en el segundo trimestre, este año han sido 86.000.
«Destaca el debilitamiento de la inversión, que puede estar empezando a resentirse por las incertidumbres internacionales, la fragilidad de la economía europea o la crisis del sector del automóvil», explica María Jesús Fernández, analista de Funcas. En el trimestre cayó un 0,2% y en términos interanuales ya solo aumenta un 1,2%, muy por debajo de las tasas del 4% o 5% que se daban en los trimestres precedentes. Mientras que la inversión en vivienda crece un 1,3% trimestral, la de maquinaria y bienes de equipo se desploma un 2,5% trimestral.
El consumo de los hogares también pierde empuje y suma un 0,3% trimestral y un 1,7% interanual. Como el empleo también crece menos, el gasto de las familias continúa evolucionando a ritmos similares a los de sus rentas una vez se resta la inflación. Lo cual significa que el ahorro sigue sin recomponerse y continúa en niveles que rondan el mínimo histórico.
«Estos números han sorprendido a la mayoría de organismos internacionales, que estaban haciendo revisiones al alza. Aun siendo positiva, la tendencia evidencia una cierta desaceleración compatible con un crecimiento más próximo al 2% que al 2,3% que contemplaban la Comisión y el FMI», señala Gregorio Izquierdo, director general del Instituto de Estudios Económicos.
«La contribución de la demanda nacional al crecimiento interanual del PIB es de 1,6 puntos, seis décimas inferior a la del primer trimestre. Por su parte, la demanda externa presenta una aportación de 0,7 puntos, cinco décimas superior a la del trimestre pasado», dice la nota del INE.
Al moderarse el consumo, las importaciones también lo hacen. Y en ello influye en parte el peor comportamiento de la industria automóvil, que suele tirar mucho de las compras de piezas para poder ensamblarlas aquí. De hecho, la industria manufacturera retrocede un 0,6% trimestral. Es decir, cae otra vez tras la recuperación experimentada en el trimestre anterior. En cambio, a pesar del estancamiento del comercio global, las exportaciones españolas mejoran después de doce meses muy débiles. Y esa combinación de menores importaciones y mayores exportaciones explica el impulso del sector exterior.
El crecimiento de la economía puede hacerse a fuerza de añadir trabajadores o gracias al aumento de la productividad, esto es, hacer más con lo que ya se tiene. La economía avanza ahora mismo al 2,3% interanual. Sin embargo, el empleo está subiendo al 2,5%. Y ello implica que se está creciendo básicamente a golpe de sumar nuevos trabajadores y no de mejorar la productividad, que se coloca en ratios negativas. Es cierto que el problema es generalizado en toda Europa y que se están incorporando al mercado laboral parados con baja formación y que, por lo tanto, difícilmente pueden mejorar la productividad. Pero a la vez el dato denota que la economía española no está siendo capaz de incorporar los avances tecnológicos y presagia una menor capacidad de crecimiento en el futuro.
Fuente: El País