MÁS INFORMACIÓN
El crecimiento global y europeo volverán a debilitarse durante la segunda mitad del año, advierte la escuela de negocios ESADE en su informe de perspectivas económicas. Aunque parecía recuperarse al inicio del año, la actividad se ha visto lastrada por la incertidumbre. La ruptura de la tregua comercial en mayo ha sido decisiva. Y pese a que «la lógica podría indicar que Estados Unidos y China deberían llegar a un acuerdo«, el veto a Huawei demuestra que «la razón última de las tensiones es lograr la supremacía tecnológica, con lo cual el conflicto puede ir más allá de lo que cabría esperar», afectando al comercio, las inversiones y la producción, sostiene el documento elaborado por el profesor de ESADE Josep M. Comajuncosa. Y a esto se unen los problemas propios de Europa: la falta de acuerdo sobre el Brexit y para avanzar en una mayor integración económica.
Tras la caída de los mercados, los bancos centrales reaccionaron. Si bien el mantenimiento de las políticas monetarias acomodaticias hará que se sigan «acumulando vulnerabilidades en el sector financiero», destaca ESADE. En Estados Unidos las empresas registran niveles históricamente altos de deuda y podrían surgir problemas si hay un debilitamiento económico. En Europa, la vulnerabilidad se concentra en la deuda pública. En países como Canadá, Austria, Holanda o Suecia, la deuda de las familias es muy alta y continúa en aumento. En Japón, preocupa la baja rentabilidad de la banca. Estas vulnerabilidades podrían amplificar cualquier shock económico, señala ESADE.
La incertidumbre ha provocado que las economías occidentales vuelvan a crecer según su tasas potenciales, unos niveles más bajos que antes de la crisis por la demografía y la ausencia de mejoras sustanciales en la productividad, subraya el informe. En Estados Unidos se está diluyendo los efectos de una política fiscal expansiva. A corto plazo, China no conseguirá compensar con los estímulos fiscales la caída del comercio y el avance del PIB solo se situará unas pocas décimas por encima del 6%. Además, las medidas que han tomado las autoridades chinas para facilitar el crédito pueden «menoscabar la seguridad del sistema financiero», demasiado orientado a las infraestructuras y la construcción y con una elevada presencia de shadow banking (banca no regulada).
Por su parte, la zona euro creció un 1,8% en 2018 y crecerá algo por debajo del 1,5% en 2019, según las proyecciones de ESADE. Aunque el aumento del empleo y de las rentas de las familias apoyarán el consumo, este se ha visto debilitado por el encarecimiento del petróleo y, sobre todo, por la incertidumbre económica. En un clima de menor confianza en la industria y en las empresas, la inversión se desacelera. Alemania moderará su crecimiento por debajo del 1% debido a la debilidad del consumo interno, de las exportaciones y de la producción de automóviles, esta última muy perjudicada por los nuevos estándares medioambientales. En Francia apenas se superará por unas décimas la cota del 1%. Y en Italia la debilidad de la demanda interna y el repunte de la prima de riesgo dejarán la economía al borde de la recesión. De recrudecerse allí las tensiones, se encarecería la financiación de su banca y se pondría en duda la sostenibilidad de la deuda pública italiana, advierte el informe. En Bélgica, España y, especialmente, Italia y Portugal, las entidades todavía mantienen un porcentaje elevado de deuda pública en sus balances. En este contexto, la economía española crecerá un 2%, al mismo ritmo que Portugal y Grecia y por debajo de Irlanda.
Fuente: El País